Anabel

Esto es un trorrillo, un espiral, un ciclo...
esto de no tenerte y buscarte en pechos desconocidos
en un nombre que no recuerdo
en un vientre al que no vuelvo
es un punto mas a la lista de fracasos que guardo en el cajon
junto a tu recuerdo.

"Si voy a poder" se repite mil veces mientras marca los últimos dos dígitos del número de Anabel. La conoce hace poco, le lleva algunos varios años, sin embargo, muy bien vividos. Morena y de grandes ojos representa físicamente al extremo contrario de la última persona con la que estuvo: el gran amor de su vida. "Si voy a poder" se repite de nuevo cuando retoca por última vez el delineador en los ojos antes de salir de su casa.

Camina altiva hacia el café, se resguarda sobre sus tacones más altos para sentir seguridad, sabe a lo que va. Anabel está sentada en una mesa junto a la ventana, ella también lo sabe. La mira con atencion mientras se acerca y la saluda con un beso cerca de la boca delineada en rojo, ante la mirada discreta de las mesas cercanas. Enseguida Anabel pide la cuenta y camina delante de ella hacia la camioneta cara, del otro lado de la calle.

"Si voy a poder", una vez más, mientras Anabel da la vuelta para subirse a la camioneta. Los siguientes 20 minutos se limitó a un diálogo en el que no tuviera que pensar. No pensaba en nada, no estaba nerviosa. Inmovil, en la silla del copiloto, iba con la mente en blanco, hasta que llegó al hotel con una entrada lujosa.

Después de un trámite impersonal estaban dentro; el cuarto 14, presiona un botón y el portero eléctrico se cierra. Anabel se baja del carro y entra al cuarto, ella queda sola en la oscuridad del garage con el solo hilo de luz que sale de la puerta casi cerrada por la que acaba de desaparecer y reaparece Anabel, insistiendo en que entre.

Un beso en el cuello y su pasado se le mete por la nariz hasta los cesos. Se reprocha por pensar en ella en medio de un beso en la boca, y se obliga de nuevo a continuar adelante "si voy a poder". La blusa se le resbala por la espalda "si voy a poder", siente liberar el broche de su espalda "si voy a poder". El frío de las sábanas se le atravieza por la piel: las piernas, las nalgas, la espalda. El frío en sus pies hace recordarla, con los ojos cerrados por un segundo espera el abrazo y la delgada sábana. Pero no hay tal, siente el cuerpo caliente de Anabel quitarle el frío con notable habilidad.

Anabel la recorre con sus manos, "si voy a poder", piensa que lo necesita y que todo será mas fácil, que todo el mundo lo hace, que si puede, que está mal pensar en ella mientras otra la toca. Se pierde dos segundos en medio de espirales de saliva. Abrir los ojos es lo peor; la invaden las ganas de vestirse y salir corriendo. En véz de eso se queda estática unos segundos hasta que los movimientos curvos de Anabel la hacen volver en sí. La besa en la boca y siente repulsión. Con la misma, termina con lo que correspondía como si de un negocio se tratara: sin espirales de saliva, sin el abrazo dormido del final. Por cortesía se queda unos segundos antes de separarse del cuerpo caliente de Anabel.

Se levanta, desnuda, y sin pudor camina hacia el baño. Deja correr el agua fria hasta quitarse a Anabel, sale y se viste. Anabel está dormida, la despierta el sonido de la secadora y le hace notar con una seña, que está cansada. Ignora la próxima seña de acercarse y se sienta en un sillón frente a la cama, mientras Anabel se viste.

En la camioneta vuelve a no pensar en nada, sin embargo e su casa no hay más fuerza para evitarlo. Decepción de si misma, por obligarse a lo que no necesitaba. Repulsión por darle su cuerpo a alguien más.

Un mes después aún no se ha tocado.