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lunes, 29 de abril de 2013

Las nubes no hablan.


Ayer vi a Nube por primera vez después de seis años.

Luego de un tiempo prudentemente largo de no saber la una de la otra al terminar nuestra relación, nos seguimos comunicando esporádicamente. Letras y más letras, una que otra llamada, nos veíamos pasar a lo lejos. Estar una para la otra en esas ocasiones de mierda.  Estar presentes. Hasta ahí. Jamás nos tomamos un café, ni coincidimos en una fiesta, ni nos encontramos en la fila de las tortillas.

Ella cambió y yo cambié, nuestras vidas giran en ejes diferentes y, por más ridículo que parezca, en una ciudad tan monótona como Mérida, esos ejes nunca se intersectaron.

Ayer la vi y, la verdad, hubiera preferido no verla.

Se dio una de esas situaciones que parecen sacadas de una película gringa. Resultó que coincidiríamos, ella, su novia y yo, en una fiesta de demostración de productos en una Sex Shop. Ambas estábamos muy emocionadas por estar en las mismas coordenadas finalmente, con tantos intentos fallidos.

Seis quince de la tarde. Se abre la puerta. Entran Nube y su novia a la Sex Shop, llena de lencería y dildos de todos tamaños, colores y formas. Volteo y sonrío.

Después de seis años de comunicación regular, pero intangible... mi primer impulso fue tangir.

Mi segundo impulso, fue bajar los brazos en plan "abrazo de oso" a una altura decente para el "toquecito" en el hombro a veinte centímetros de distancia, con la punta de los dedos, mientras decía en voz modulada y sin derecho a tomar aliento un "hola.cómo.estás.ha.pasado.mucho.tiempo.muy.bien.también.ah.mucho.gusto.novia.de.Nube.yo.soy.Goma.Rosa.qué.bueno.verlas.comper" justo antes de fingir demencia e irme al carajo.

Estuve a no más de dos metros de distancia durante los siguientes noventa minutos, dije al menos diez palabras por minuto. Dije novecientas palabras a dos metros de distancia, de las cuales no más de cuarenta fueron hacia ella.

Podría comparar la sensación con tener un cristal a prueba de sonido entre las dos a través del cual sólo podíamos comunicarnos por medio de un teléfono, sobre el que su novia estaba sentada.

¿Honestamente? Podría asegurar que no fue por presencia, no va por ahí el asunto. La sujeta creo que ni sabe que Nube es mi ex. La realidad es que el entorno no ayudó, habían demasiadas personas en un espacio reducido, hablando de sexo y dildos y lubricantes y estimulación anal.

A mi, esa madre no me cohíbe en lo más mínimo, pero supongo que no todos somos harina del mismo costal.

Sin embargo, eso no quita que la situación haya sido de las cosas más incómodas y decepcionantes que de vivido en el año. Jodido, les digo. Jodido a morir. Y triste. Qué reencuentro tan pendejo e impersonal.

Pasan las horas y me siento cada vez más molesta al respecto.

Ruéguenle a Dios que no se me haga berrinche.