Creo que era de esperarse después de todas éstas semanas de comer mal y dormir peor.
Me atacaron los mocos, el dolor de cabeza y el sueño, dormí todo el pinche sábado, salvo cuando me desperté para hacer mi berrinche y tragarme unas galletas con leche, que era lo único comestible en TODA mi casa.
Ya en la noche, cuando sentí fuerzas para manejar sin quedarme dormida al volante, fui por comida para mi gata, pasta de caracolitos y papas. Si, hice una sopa... un cubito de knor, y la magia estaba hecha. Ya a medio hervor le tiré unos trozos de brócoli congelado y de soya sabor a pollo.
¿Resultado? Creíble, ciertamente. Cuando estuvo lo suficientemente fría para no quemarme la lengua, mi reducido sentido del gusto me dijo que no me había pasado de sal y que, de hecho, si sabía a sopa de pollo.
Y luego volví a dormir, hasta hoy en la mañana, que me despertó un mensaje de mi nana:
-Tu mamá está saliendo a Mérida, les quería caer de sorpresa.
Lástima, madre, que las paredes hablan y las nanas también. Muajajajaja!
Luego entonces, lectores, probablemente ande medio ausente. Por la enfermedad, por la invasión, por la convalecencia, no se que aspecto será el que me aleje de escribir.
Y ya.
Buenas las tengan.
P.D. Les debo mi post de berrinche, cuando pueda estar sentada sin sentir que se me salen los ojos.
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