Escuchó sus pasos subiendo la escalera, y después, acercándose a la puerta. El débil sonido de sus nudillos contra la madera llenó el cuarto en silencio y en penumbras. Respiró hondo dos veces y se estiró para bajarse de la cama, donde había estado abrazando sus piernas y con la frente entre las rodillas desde mucho antes que el sol dejara de entrar por las ventanas. Atravesó el pequeño espacio que la separaba de la puerta, y con la mano en la cerradura, respiró hondo una vez más, sintiendo como una gota de sudor le corría por la espalda.
Al abrir la puerta, la luz le llegó a las pupilas de golpe, haciéndola bajar la mirada. Aprovechó esos segundos extras para tratar de controlar la expresión delatora que iba a dejar sus nervios en evidencia. Era lo que menos convenía justo ahora que, finalmente, había logrado convencerle de que no era una niña y de que su decisión no estaba basada (por lo menos no del todo) en los estrogenos que le invadían cada célula, cada vez que apretaba su cuerpo contra el.
Levantó la mirada al escucharle suspirar impaciente y se topó con sus ojos observandola con ansiedad, sin embargo, con una postura que evidentemente pretendía reflejar despreocupación, recargado contra el marco de la puerta. Inversamente proporcional a la posición rígida que había tomado ella, aun aferrada con la mano derecha a la cerradura.
- Hola
"Hola", debió haber salido en respuesta de sus labios, pero la voz se le quedó trabada en la garganta, mientras tensó la mano en un puño para disimular los dedos temblantes. Intentó relajar las líneas de su frente y mostrar una sonrisa enorme, equivalente a la respuesta. Los nervios estaban agotando su aparente calma, le costaba controlar la respiración y el temblor de sus manos, pero la sonrisa fue fácil: era totalmente sincera.
El también reemplazó el gesto ansioso que mantenía y le devolvió la sonrisa, mientras le cubría el puño con la mano, para después deshacerlo con facilidad y entrelazar sus dedos. Dejó de mirarle a los ojos para contemplar sus manos unidas, y mientras lo hacía, el gesto se le descompuso por un momento, momento que fue más que suficiente para que el pudiera notarlo. Intentó ocultar la evidencia inclinándose sobre su hombro para romper el contacto visual, sin embargo, no fue suficiente. El la tomó de los brazos, separándola y se miraron por largo rato.
- ¿Estás segura?
1 comentario:
*o* me az dejado sin palabras!!
Espero k tu amiga vea las kosas antes de dañarse mas U.u
Siempre faltan esas cucharadas de realidad que solo los buenos amigos nos pueden dar :D
un beso!
Publicar un comentario