Me siento frente a ti y, justo como hace unos días, vuelvo a sentir que el tiempo no existe. Que los años no han pasado desde aquel día que te vi caminar hacia mi desde lejos, sin saber siquiera que la próxima vez que nos encontráramos, sería para no dejar de hablar por horas.
Hoy, volví a verte caminar hacia a mi y me fue difícil creer que ha pasado tanto, y taaanto desde la última vez que supe de ti por algo que no fuera un celular. Las cosas siguen igual que siempre, todo lo que me gusta sigue igual que siempre, a pesar de lo tanto que ha pasado: sigues haciéndome reír, tu cabello sigue siendo rojo, te sigues burlando de mi y sigues hablando con ese tono áspero que me divierte tanto.
Tu regresaste "con", como suponía que ibas a hacerlo, yo recaí, como supusiste que iba a hacerlo, sin embargo, te encuentras con la sorpresa que puedo controlar mis ganas de huir cuando alguien me gusta "más de lo permitido". No como cuando estuve a tu alrededor y me comportaba como si me estuvieran siguiendo siempre... y si me seguían: el miedo a mostrarme vulnerable me seguía a todas partes.
Hoy te lo dije, y tu me dijiste que te sentías igual. Sonreímos al mismo tiempo, sabiéndonos entendidas finalmente, sin tener que soltar tantas palabras para lograrlo, sin tener que explicarlo tanto y dar tantas razones. Te entiendo y me entiendes, solo por que si.
Invaluables las horas tiradas sobre mi cama, hablando como si no hubiera pasado el tiempo entre las dos.
Ya no me perderé sin dejar huella, lo reitero.
Te prometí espirales y voy a cumplir mi palabra.
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