Wrong Place

Tiene rato que quería publicar ésto, pero anteriormente estaba en un plan más agresivo que reflexivo en cuánto a éste tema, así que preferí escribirlo cuando pudiera enfocarme de un ángulo más neutral.

Como saben, estudio en una escuela católica.

¿Por qué? Porque cuando llegué a Mérida, sinceramente, el dónde estudiara era lo de menos. ¿Aquí les gustó a mis papás? Pues aquí, con tal de que me dejen quedarme.

Por cosas y casos, mi atención siempre estuvo desviada de la escuela, sinceramente no me di cuenta hasta hace año y cachito de lo terriblemente insoportable que es el día a día ahí.

"Cualquier idea que sea diferente, está mal", parece ser el lema.

Una vez, por medio de un maestro al cual aprecio mucho, se enteraron de que yo escribía. Negociamos y acepté escribir para ellos, lo cual no duró mucho porque "no era lo que necesitaban. Ok..dije yo.. Y luego me empecé a dar cuenta que lo que yo hacía y como lo hacía era totalmente contradictorio con el entorno.

Ideas en polos opuestos en cuanto al elitismo, el respeto, la tolerancia, la sexualidad.. Las cuales, si en algún momento las expresaba, tenía que aceptar como respuesta gestos de desaprovación y censuras discretas.

Por factores que no valen la pena retomar aquí, casi todos mis amigos se fueron de la escuela y me quedé prácticamente sola, con X número de personas menor a 10 que considero afines a mi, basandome principalmente en que puedo pasar más de cinco minutos sin que me hablen del "Sábado de barra libre en el Cielo" y de que fueron a patinar a Plaza Galerías.

De esas X personas, solo una me conoce fuera de lo superficial.. las otras son gente agradable, a la mayoría la conozco de antes, pero no les tengo confianza para entablar una plática en la que pueda ser yo.. se podría decir que "las acabo de conocer".. ¿por qué?

La respuesta es simple: me pasé todo el primer semestre siendo "invisible". No solo siéndolo, si no convirtiendo a todos a mi alrededor en información que se usa y se elimina al final del día. Sin interés alguno de aumentar mi lista de conocidos. Puedo decir, sinceramente, que apenas en enero me costaba en exceso ubicar a la gente que estudiaba en mi salón. Éste semestre lo soy en menor cantidad.

La chavita callada de la que solo las personas que la conocían desde el año anterior sabían algo más que su nombre. Evitando a toda costa establecer nexos con nadie, cualesquiera que éstos fueran. Trabajos en equipo que hacía individualmente. Números de teléfono que apuntaba y deshechaba. ¿Quien era? Nadie. Por decición propia. Nadie.

La mayoría pensaba que era una santurrona, que no tomaba, que no salía, que me la pasaba jugando nintendo, que no tenía vida o algo así. Un día, sinceramente, me sorprendió que un tipo del salón me preguntó: "¿Por qué nunca te ríes?".

¿Y por qué llegar a tal extremo?

Simple. Creo sinceramente que fácil, el 70% de la población de mi colegio tiene la edad mental de un televidente asiduo de Plaza Sésamo. Gente que no puedes dejar solos en un salón de clases sin que, invariablemente, se pongan a gritar y aventar cosas, que sigue pensando que cualquier cosa "diferente" está mal, que es hipócrita al mostrarse en misa, piadosa, cada domingo, aún cuando desde el jueves agarró la peda y la putería, que tiran a piedra y esconden la mano.

Mucha disciplina, mucha arbitrariedad, pero nadie les puede decir nada por sus influyentes antecesores.

Cant stand it.