Hoy es uno de esos días

En que sin ninguna determinación te despiertas hecha un asco. Te ves al espejo y no solo no te gusta lo que ves, si no que no puedes hacer mucho por arreglarlo..o tal vez no quieres..o tal vez esta por dentro. Sin ganas y por obligación sales por la puerta a que te de la incómoda luz del sol. Quieres y no quieres que llueva. La lluvia acabaría con lo poco que pudiste hacer por ti con un poco de delineador..pero también existe la indiscreta posibilidad que realmente quieras seguir así, y el agua sobre ti haría más cómodo (y justificable) el paupérrimo estado en el que estás.

De esos días en que te pasas las horas divagando y recordando. La cabeza te trabaja el doble de lento de lo usual y está totalmente ocupada por berrinches mentales de tener de nuevo lo que un día tuviste y se acabó, o lo acabaron, o lo acabaste por pendeja. Después, te ocupas de desear a más no poder ese echo fantástico que regresaría todo a la normalidad, la canción que te gustaría que te dedicaran, la frase sobre-pensada que te gustaría escuchar; por último, trabajas duro en auto flagelarte psicológicamente por haberte pasado tanto tiempo pensando en algo que sabes no va a ocurrir, y te flagelas más al darte cuenta de que la única razón por la que pasaste horas pensando eso es porque, aunque no quieras (o tal vez si) aún conservas la esperanza.

No se porque, en días como éste, todo se te viene como tirar un puñado de arroz: olores, sensaciones, sonidos.. Sin procurarlo de repente tienes metido en la nariz el olor que no podías (o querías) recordar. Inesperadamente puedes escucharla pegada a tu oído. Escuchas como se ríe, los miles de acentos que tenía y la gracia con la que pronunciaba una letra. Para colmo te comes un chocolate.

Y te vuelves loca por un rato, pero loca como para internar. Caminando hablas sola, en voz baja porque te apena que te oigan, pero hablas. Idealizas el diálogo que no dijiste, el que dirías si aquel echo fantástico realmente se materializara. Y de pronto tu locura se consuma. Como por arte de magia se auto reproduce "esa canción", si es que no está grabada en tu cabeza, y te hace cortar cada uno de los hilos que te mantenían cuerda, y te encuentras diciéndole "te amo" a una fotografía en tu monitor, una y otra vez, como si te fuera a responder, como si evocar con una declaración de amor a un conjunto de pixeles en un simple monitor fueran a traerte al amor de tu vida de regreso.