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martes, 23 de junio de 2009

La posible historia de Matilde Ventura

Matilde Ventura tenía una trenza larga que le colgaba hasta media espalda, los ojos como dos almendras y la boca amplia, libre, con una lengua dentro que bien podía ser suave o afilada, según con quien estuviera hablando. La boca, sin embargo, era un lujo no necesario, por que los ojos siempre le fueron suficientes para decir las cosas que realmente le importaban.

Desde que cumplió doce años su madrina se había dedicado a enseñarle a comportarse como señorita, haciéndola caminar con libros en la cabeza, aprender de memoria el uso correcto de los cubiertos y enseñándola a cocinar, "por que a los hombres se les pesca por el estómago, hija".

Matilde pasaba toda la mañana en la cocina, disfrutando cada olor que hacían surgir sus manos. Le gustaban todos. El olor a plátanos fritos, a aguacate recién cortado, a ajo, a tomillo, a tomate verde. El olor de la mantequilla al derretirse, a queso fresco, a chocolate caliente, a pan horneándose. El olor a naranja agria y a pimienta, para marinar el pollo. El olor a azúcar morena al fuego. El olor a leche quemada.

Había aprendido bien el arte de ser señorita, sin embargo, ni con mucho esfuerzo su madrina había podido evitar que en los días de lluvia se quitara todos los trapos que le estorbaban y saliera corriendo al patio a que le cayera el agua encima, "para quitarse lo negro de los ojos, madrina".

...


Me disculpo por dejar a Matilde a la mitad. Matilde iba a tener una historia. Le iba a inventar un amor imposible y complicado, de esos que duran para siempre pero que siempre hacen falta alrededor. Se iba a llamar Antonio, se iba a apellidar Cuenca, en honor a Daniel Cuenca, que tanto me hizo llorar cuando leí Mal de Amores en aquella pubertad que ahora parece tan lejana.


Antonio Cuenca iba a aparecer un día en su cocina, con varios años más que ella, tirando sin querer un bote de aceite de oliva en la pulpa de mango con azúcar que había sobre la mesa. El la iba a amar desde el momento en que sus ojos de almendra lo destrozaran de pies a cabeza llenos de ira en un berrinche casi infantil y ella lo amaría desde el momento en que consiguiera callarle los reproches por echar a perder la mermelada de mango que estaba haciendo, con un beso en la boca, aunque después le volteara la cara de un golpe, indignada.


Iban a pasar varios años en un ir y venir, besándose siempre, deseándose siempre, teniéndose poco. Conociéndose bajo la lluvia, perteneciéndose, odiándose y reconciliándose también en ella. Solo el hubiera podido entender la magia de las gotas sobre la piel, solo el compartiría la necesidad de salir a "quitarse lo negro de los ojos", hasta muchos años después, cuando ya no la tuviera.

Iban a seguir pasando varios años. Cuenca amándola con locura, sin poder vivir sin tenerla a su lado, pero tampoco teniéndola, por miedo a quemar todo ese amor de una sola vez y quedarse con nada después de eso, ni con su música, por que Matilde era a quien le debía que de su piano salieran las notas que le daban de comer. Matilde viviendo por ratos, amando por ratos, cocinando por ratos, con la vida girándole en torno a Cuenca y a sus ires y venires de una ciudad a otra, haciendo escalas a veces y a veces no por la ciudad en que ella le esperaba en camisón.


Antonio Cuenca iba a desaparecer alguna noche, sin despedirse de Matilde, en un arrebato de culpa por estarle jugueteando la vida a esa pobre niña, que no había hecho si no amarlo desde que le echó a perder aquella mermelada de mango. Matilde iba a hacerse adulta un día de estos, caminando independiente en una época en la que las mujeres acostumbraban a ser dependientes. Su forma de cocinar la iba a hacer alguien distinguida y probablemente se iba a casar, como Dios manda, con algún buen hombre dedicado a un oficio sin mayor complicación, o con algún cabrón dedicado a la política.


No iba a tener hijos. Siempre había pensado que los hijos deberían ser fruto del amor, y ella a su marido no lo amaba. Por lo menos no tanto como se sabía capaz, y no quería que sus hijos fueran algo a medio hacer. Le gustaba saberse libre, a pesar de estar casada y cumplir con el requisito divino de pasar sus días en la cocina, servirle a su marido todo lo que había aprendido a hacer con su madrina, todo, menos mermelada de mango. Desde que Antonio Cuenca se había ido de ella, el simple olor le provocaba repulsión.


Un noche de mayo, varios años después, acompañaría a su marido a alguna cena de gala, a beneficencia de algún hospital. Probablemente su marido sería doctor. Llevaría encima un vestido color canela, los deseos de salir a mojarse al aguacero que había fuera del salón y una copa de vino, cuando un mesero le indicaría que había alguien esperándola en el jardín. Ella aprovecharía la ocasión para respirar ese olor a tierra mojada que tanto le gustaba, y caminaría hasta la enorme puerta de cristal que daba justo al corredor que el mesero le señaló.

Saldría al corredor en penumbras, lejos de los enormes candiles, un poco cegada por la falta de luz y casi sin recordar que estaba afuera para encontrarse con quién sabe quién. Iba a caminar hasta la línea imaginaria entre su lluvia favorita y el techo bajo el que se encontraba, iba a estirar la mano para alcanzar las gotas y en ese momento, sentiría un aliento conocido sobre su hombro derecho, unas manos en su cintura y la voz que había estado guardando bajo su almohada.

- ¿Hace cuánto no te quitas lo negro de los ojos? - Preguntaría Antonio Cuenca, con la certeza de no haber sido olvidado.

Matilde no tendría necesidad de abrir la boca, pues desde siempre los ojos le habían sido suficientes para decir las cosas que realmente le importaban. Bajo la lluvia, se habría dejado llenar el cuerpo de Antonio Cuenca mientras le callaba los reproches de su ausencia con un beso.


Todo ésto iba a pasarle a Matilde, pero no le escribí su historia.

8 comentarios:

marszoid dijo...

La historia existe dentro de ti, Matilde ya tiene historia.

Y tiene amor.
Un amor si bien imposible también indomable. Soy de las idealistas que piensa que se ama una sola vez con intensidad.

:)
Que bueno que encuentres un poco de paz entre las tormentas familiares.
Saludos.

MissRoxyMusic dijo...

Me estoy actualizando y me recibe... Pedro Infante??? jajajaja creo que si!! pero me encanta esa canción!!! BENDITO DIOS PORQUE AL TENERTE YO EN VIDA!!! ayyyy me encanta!
Oye, andas a todo lo que da! Me gusta lo que leo, pero creo debo ir a posts anteriores!
Uhhh y luego radiohead!!! ptssss que rolón!!!
Besotes Gomita!

oculta y feliz dijo...

Hola...una pregunta¿como madres le iba a hacer Matilde para no embarazarse? si tomo en cuenta que la historia se desarrolla en un contexto donde las mujeres no podían decidir su destino...muy fresca tu! o sea no puede estar con quien quiere pero si puede elegir no tener hijos...bizarro mundo.
Y el Cuenca? porque si es tan gallardo no la trepa a su caballo y huyen a todo galope...supongo que Matilde no tiene madre,¿quien sino una madre para enseñar las ciencias ocultas de la cocina? y ya sin madre, resulta muy fácil quitarse de encima a la encajosa tía y salir corriendo emocionada tras el gran dador de orgasmos-perdón digo del Señor Cuenca-...y en el jardín húmedos los dos, borrándose lo negro de los ojos, con una foto digna de David Canul(yo quiero un póster con esa imagen :p).
La mermelada de mango...mmm no soy tan dulce, no me late la mermelada, se me antoja el mango verde con chile, con ese dolor tan placentero que lastima la boca sin dejar de provocar placer¿y a ti como te gusta el mango?
Y bueno, me caga que el cornudo sea un médico(chaquetas mentales que alimentan mi paranoia).
Pero bueno, es tu historia--siento pedacitos de García Márquez y de la Mastretta;de igual modo pedacitos chiclosos y agridulces de la Goma Rosa--.
Tu nana alguna vez intentó enseñarte a cocinar?
Saludos mi goma, un placer leerte aunque a veces me incomodes.
A Dios gracias que no te conozco, al Diablo gracias que puedo leerte y es increíblemente agradable...

Goma Rosa dijo...

pancake: matilde en serio existe.. lastima que justo ahora no tengo la disciplina y ese no se que que me haga escribir de largo. en cuanto al amor, yo pensaba lo mismo.. ahora espero realmente que me haya equivocado.

tuts: jaja, en efecto, pedro infante, que bueno que te guste mi musica bipolar. gracias, un honor tenerte por aca (:

oculta y feliz:
1.hay dos o tres cosas de las que no solo la medicina se encarga.. creeme, no todo es cajitas con chochitos dentro.
2. ni idea quien es david canul
3. a mi tampoco me gusta la mermelada de mango, por eso la utilicé, por que me repele el olor dulzón de los mangos pasándose de maduros con los que se hace la mermelada.

en cuanto a lo demás, igual hay pedazos de allende y de aguilar camín, mi nana no me enseño a cocinar por que siempre supo que no lo lograría, a mi de vez en cuando también me incomodas y.. vaya, hubiera pensado que un café después de leer las firmas larguisimas hubiera sido interesante. pero le apuesto por dios, también.

marszoid dijo...

yo también a veces quisiera haberme equivocado... u____u

Araceli Gallardo Peña dijo...

Goma Rosa que bonito nombre jejeje... es la primera vez que paso por tu blog y me ha encantado, felicidades por tu personaje al que no le escribirás la historia, al menos por el momento , aunque ya sé la trama y el desenlace si unn día la escribes larga nos avisas ok?..
Y en cuanto sólo se ama una vez, créeme no es cierto, si te lo propones, claro primero hay que desamar al primer amado, jajajaja qué enrede he hecho.
Gracias, fue un placer leerte.

oculta y feliz dijo...

Ahhhh!!!otra vez perdí la oportunidad de conocerte :(,pero bueno mínimo ahora es por mi culpa, yo tuve algo que ver en ello, no me siento tan fuera del juego.
En cuanto que hay cosas que no se resuelven con chochos , en efecto otra vez tienes la razón y no son 2 o 3 sino muchas mas...se que lo sabes, solo lo recalco.
A David Canul creo que solo lo conocen en su casa, pero si puedes buscar te recomiendo que veas la imagen de "Venus dual", es suya, muy llamativa, muy emotiva, muy digna de verse(según yo :s)
Se que puede parecer algo incómodo lo que digo(mas bien lo que escribo), pero solo es para darle variedad a la sección de tus comentarios, que todas tus fans , te leen con devoción-igual yo , lo acepto :$-, pero es bueno leer de vez en cuando a alguna insurrecta acerca de los hilos que mueven tu pasión.
Que escribes:si todos lo sabemos...que tienes talento:muchos así lo creemos...
Pero entiende que así como para ti esto es una catarsis , un arte, un placer, también para los que te leemos es placentero y atractivo moldearte, observarte, estudiarte, disfrutarte(orale!soné como psicópata)...que la fantasía, el misterio y la magia cundan siempre tu blog y te llenen de éxito(ya ves, santa inculta te ha dado tu bendición sin que siquiera la desees).
Que te incomodo...esa si es novedad.
Que soy inconsciente e impulsiva al escribir...eso ya lo sabes de sobra, de hecho me acuerdo que las primeras palabras que cruzamos era porque yo me sentía incómoda al verte desangrar en mi presencia...y esa incomodidad se ha vuelto en hábito.
Hay una mezcla en ti, entre fortaleza, y debilidad...esa mujer con graves regresiones.
Pero al final en ello radica tu éxito, tu popularidad.
Nos vemos en la próxima entrada...dura y contundente tu pedrada eh, aun me sobo la espalda, de que eres certera, vaya que lo eres :D

Limonitz dijo...

Me gusto mucho. Me hizo llorar, tal vez pk ya venia sensible de post anterior de la pelea con tu mama y pk me identifike, lei todo lo de matilde con lagrimas en los ojos, estoy loca y sensible...