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domingo, 23 de agosto de 2009

Home, Sweet Home


Después de dos largos meses, estoy en mi casa de nuevo. MI CASA. Que rico suena.


Al mantenerme tan en coma todo ese tiempo, no me cayó el veinte de que cada día faltaba menos, hasta que en cuestión los días se comenzaron a extinguir hasta convertirse en un montoncito que cabía en mi puño. Totalmente manejable, cuando los días los cuentas con la mano derecha solamente.


Subí mis maletas a la cajuela, metí a mi gata en su jaula y la vi dormirse. Entonces: silence. El estéreo de mi carro está desprogramado y me iba a pasar todo el puto camino en silencio. ¿Cómo la estúpida ésta no carga con un Mp3? Pues no cargo con uno, ni con un iPod, ni con nada de eso... Así que me iba a aventar todas esas horas manejando en silencio.


¿Pensar? Caray, si llevaba dos meses sin hacerlo. Dos meses como en piloto automático, salvo por ocasiones especiales. Me iban a servir esas horas, una vez más el soundtrack aparecería solo, pero ésta vez sería yo misma metiéndome el alma al cuerpo después de tanto tiempo.


Iba manejando bastante cansada, con el sol de media tarde dándome en la cara, cuando súbitamente el pulso se me comenzó a acelerar, mis dedos a marcar ritmo impaciente en el volante y en la cara se me plantó una sonrisa tal, que mis pasajeros me preguntaron de qué me reía. ¿La respuesta? Ni yo la supe bien... supongo que al cruzar alguna línea imaginaria, finalmente se me hizo estar lejos de todos aquellos días tan pinchemente insoportables.


Mi casa estaba a oscuras cuando llegué. Totalmente abandonada. Dentro las cosas estaban llenas de polvo y olia a encerrado, a calor concentrado.. pero se encendía fuerte entre los olores, una nota conocida: olia a mi.


A mi los domingos por la tarde, como hoy, en pants y con el pelo como un almiar, escuchando las gotas chocar contra el suelo y el olor de lluvia entrar por mi ventana.


A mi las tardes calurosas, con el sol apagándose detrás de la línea de casas, parada a medio patio con una brisa de agua fresca para saciar la sed de mis plantas.


A mi las noches de insomnio, devorando fragmentos específicos de libros que ya he leído, o montones de hojas de los que me faltan por leer.


A mi bajo los chorritos débiles de la regadera, jugando con el agua fría y la esponja llena de espuma con olor a vainilla.


A mi saliendo y entrando sin pararle cuentas a nadie, haciendo o no haciendo, durmiendo o despertando, inmóvil o hiperactiva, todo sin reportarme, sin tener que hacerlo "por que si", si no "por que quiero", y "como lo quiero" y "a la hora que lo quiero".


Casi sonreía cuando me puse a barrer, y a limpiar, y a sacudir.. si no fuera por que lo housewive no se me da, hubiera sido una escena digna de incrustar en cualquier película de Disney en la que los pajaritos ayudan con la limpieza.


Ya luego vino el volver a ver a mis amigos, a mi clase, a los que me caen bien, a los que me cagan, a los que son mamones, a los que son tetos, a los que te saludan efusivamente los muy cínicos, a los que se te tiran encima y te abrazan hasta con las piernas y tu, se los devuelves igualito de corazón. Los extrañaba mucho, muchísimo.. pero antes que a ellos, me extrañaba a mi.


Estoy de vuelta, gente.


Buenas las tengan.