La Maldición de la Puti-Blusa

La vi y supe que era para mi. La puti-blusa perfecta. Ocultando lo que tenía que ocultar, sin embargo mostrando generosamente lo que tenía que mostrar.. ya he hablado antes de mi inclinación por los escotes (tanto en mi como en la sociedad).

Me la probé dos veces en la tienda, como cuatro en mi casa (dos de esas veces para mostrársela a mis amigas). Definitivamente era perfecta, no podía esperar a estrenármela.

Y llegó el día esperado. Un bra po-de-ro-so, delineador y unos tacones hicieron lo demás del milagro. Tanto la roomie como yo íbamos echando tiros. En eso me llama una amiga.. que había amenaza de no se qué, y bombas de no se cuánto.. en fin, toda aquella psicosis yucateca post decapitación.

Para no hacer más larga la historia, nos quedamos como novias de pueblo.. vestidas y alborotadas. No alcanzamos ni a bajarnos del carro.. en el antro no había UN ALMA. De regreso a la casa íbamos en silencio las dos, encabronadísimas.

Y la dejé descansar. Mi blusa permaneció tres largas semanas colgada atrás de mi puerta, con olor a tela nueva todavía. Hoy decidí ponérmela. Uff! Bra po-de-ro-so, delineador, tacones... La roomie y yo nos subimos al carro vestidas para matar...

Y así mismo nos bajamos veinte minutos después en la puerta de mi casa. Por razones que no puedo mencionar por que mi anonimato, ya de por sí profanado, sería una broma de mal gusto, nuevamente la antreada no pudo ser.

Silenciosas y encabronadísimas, de regreso a la casa.

"Puuuta blusa, mierda, mierda!"

Apenas puse un pie dentro me arranqué la blusa del cuerpo y la tiré en el piso de la cocina.

Es un hecho.. no me la vuelvo a poner.