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lunes, 1 de octubre de 2012

El amor de mi vida, ocho años después.



Parece que fue ayer, pero han pasado ocho años.

Estaba profundamente enamorada de alguien que yo pensaba, era el amor de mi vida. Pero a los quince años, ¿acaso no era el amor de mi vida? Nube fue la primera persona en el mundo de la que yo me enamoré, la primera en hacerme sentir que flotaba entre nubes rositas.

Era la segunda vez que nos veíamos desde aquel histórico 8 de Abril, en el cual empezó nuestra historia.

Estaba nerviosa. Muy nerviosa. Los recuerdos se me han ido borrando, sólo tengo en mente haber quedado con ella y con la amiga que teníamos en común en ir al cine. Otras amigas irían, recuerdo que fueron, pero no recuerdo quiénes eran. O cuántas. O cómo llegamos ahí.

Creo que el nombre "Nube" viene de ese recuerdo primigenio: iba vestida con  una blusa del azul que tiene el cielo cuando llueve de día y por alguna razón, el perfume que utilizaba en ese momento me ha recordado siempre al olor a lluvia.

Nos saludamos discretamente frente a las demás: nadie sabía. Parecíamos apacibles por fuera, pero por dentro teníamos el corazón como una locomotora. Entramos al cine y nos sentamos juntas, con todas esas amigas desconocidas a nuestro lado. Pero cuando se apagó la luz, todas desaparecieron.

Teníamos las manos apoyadas en el mismo descanso y estábamos sentadas tan juntas como podíamos, sin dejar de pasar desapercibidas. De vez en cuando, le rozaba la mano con la mía y nos reíamos en la obscuridad.

En la pantalla, un montón de hombres mitológicos y absurdamente sensuales luchaban con flechas y espadas, pero yo no tenía ojos más que para verla. A ella. Y cómo el pelo le caía sobre la cara. Y cómo se mordía el labio de nervios. Y cómo se golpeaba la pierna con los dedos de tantos, tantísimos nervios.

No recuerdo ni por qué, pero empecé a decirle algo tremendamente cursi en voz baja. Ella no me escuchaba y me hizo señas de que se lo dijera al oído. Me acerqué con la mano haciendo un cuenco frente a mi boca y en un arrebato de algo que nunca había sentido, en lugar de darle palabras, le di un beso chiquito junto a la oreja.

Se sacudió completita al lado de mi, pude sentirlo. Y volví a mi lugar como si nada hubiera pasado.

Era amor del bueno, de ese que huele rico y que te eriza la piel.

Dos horas completas de película no nos fueron suficientes para comernos a besos con los ojos, pero bastaron para dejarnos flotando con cara de idiotas.

A veces me pregunto si alguna vez en mi vida el amor va a fluirme por el cuerpo de la forma en que lo hacía hace ocho años.

2 comentarios:

Elena HC dijo...

qué bonito
yo también me acuerdo... hace un par de años, con mi primera novia. nos tomamos de la mano de noche en la escuela y yo moría de felicidad.

Anónimo dijo...

Que bonito es el amor a los 15, tan tierno, tan para siempre.

Pato :)