Colgarse de las cadenas y tomar impulso.
Una, dos, tres veces.
Cuando los ángulos se hacen amplios, finalmente estirar las piernas hacia el cielo y cerrar los ojos.
Y dejarse caer, con los ojos cerrados. Y no pensar en nada. Y pensar en todo.
Y sentir cómo el aire se rompe en tu piel. Y sentir como el aire lucha con tu pelo. Y sentir como el aire te empuja con fuerza.
Y sentirlo todo.
TODO.
Como si los sentidos se magnificaran y cada nervio funcionara por separado.
Volar.
Volar.
Volar.
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