Todo apunta a que los siguientes tres días estarán de la chingada.
No hay clases (ni tarea importante) que hacer hasta el martes, no tengo ningún libro pendiente, ni ropa sucia, ni limpieza que hacer. Por si fuera poco, mi hermana me abandona los tres días y los únicos seres vivos que me acompañan en este momento son mis dos gatos y el chingo de hormigas en la cocina dentro de la taza con yogurt que dejó mi hermana antes de irse.
Vamos, que ya estoy acostumbrada a no echar la frase "en tu casa o en la mía" jamás, pero el hecho de no tener nada que hacer, ni horario que cumplir, y además, tener casa sola... me está cagando un poquito la madre.
No creo querer repetir tan pronto el encierro de semana santa, así que procuraré sacar mi lazy ass de entre las sábanas por lo menos antes de medio día, tomar un camión al centro y echarme a caminar. Le tengo puesto el ojo a una tienda de libros y muebles antiguos... sigo soñando con encontrarme la mecedora ideal (como en los libros de Mastretta).
De cualquier forma, éste post lo escribí con intención de quejarme públicamente de mi abandono, mi aburrimiento, pero sobre todo, de mi casa sola en medio de mi crisis de soltería.
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