Todos duermen ahora. Me paro de la cama y camino de puntitas hasta el closet, para no despertar a nadie. Saco una chamarra enorme y salgo del cuarto con los tenis en la mano.
Llegando ala calle, tomo un taxi que lleva música de banda a un volumen considerable. Estoy a punto de dormirme, pero no lo hago. Aguanto, vale la pena.
Me lo dijiste hace unos días, apenas. Que te encanta ver como amanece desde ahí, pero que hace mucho no lo haces. Salto hacia afuera del taxi y doy un portazo. Cruzo la calle y unos cuantos escalones hasta llegar justo en donde estuvimos sentadas la otra noche.
Me enrrollo dentro de la chamarra, hace muchísimo frío. Me siento en el último escalón y me abrazo las piernas. La ciudad se ve hermosa, sobr todo por el enorme vacío de las calles que alcanzo a ver.
Cuento hasta mil quinientos y entonces te veo apaecer, finalmente.
Subes los escalones y te sientas junto a mi. Y entonces, esperamos... Hasta que me tiemblan las piernas, hasta que se me congela la nariz, hasta que dejo de sentir las manos.
Y la oscuridad comienza a irse. Y el sol comienza a aparecer. Y el cielo se ve hermoso. Y es lo único que me hace menos difícil decirte adios.
...
Voy a intentar recordar todo esto mañana que cierre los ojos y despegue hacia la vida real.. aunque no sea cierto.
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