He estado despierta poco más de 24 horas, pero no logro identificar si es la falta de sueño o todo a mi alrededor lo que tiene a mi cabeza dando vueltas, como si fuera manejando en una carretera de curvas que parece que no va a acabar.
Continuo caminando pegada a las paredes, recorriendo mi casa una y otra vez. Siento la ansiedad acelerandome el pulso, haciendo que todo duela, hasta el roce de la ropa, dificultándome respirar... No me salen las lágrimas, ni los gritos, ni nada. Soy como un animal encerrado en una pequeña celda, dando vueltas una y otra ves, como si pudiera encontrar la salida.
Los kilos de delineador pasaron de ser vanidad a necesidad, es la única forma de pasar desapercibida la curva hacia abajo que tienen mis ojos.
No los soporto, ni a mis ojos, ni a mis dedos tronados cien veces al día, ni a mi repentina cuasi-anorexia, ni a la palidez que adoptó mi piel, ni al bloqueo emocional que no me deja sentir lo suficiente como para caerme en pedacitos y llorar hasta secarme.
Tengo ganas de vomitar, de gritar, de raparme, de tirarme al suelo a llorar, de golpear las paredes con los puños. Quiero todo, pero nada sale de mi. Bloqueado.
Aun no lo proceso, siento como si no fuera la misma persona. Me niego a creer que soy yo y que es ella, que estamos en el mismo perímetro y no nos rozamos ni con la mirada. Me niego a creer que la pinche cama me queda grande. Que realmente soy idiota.
Idiota, una vez más.
Yo sabía que no podría mucho más con la situación, pero tenia la esperanza de poder mirar hacia atrás y sonreír. Poder alzar los ojos, de vez en cuando, y recordar "aquellos días" con una enorme sonrisa.
¿Qué queda de mi?