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viernes, 30 de agosto de 2013
Lentejas.
El primer recuerdo que tengo de las lentejas, fue en el jardín de niños. Parte de una actividad artística era hacer un dibujo relleno de lentejas.
Metí la mano completa en el bote que llevó la maestra y descubrí, maravillada, que eran pequeñitas como el arroz, pero no picaban, porque eran redonditas como los frijoles. No pude hacer más que abrir y cerrar la mano dentro del bote con todo el cuidado del mundo por no sé cuánto tiempo.
Muchos años después, ese incidente hizo que Amelie, de Jean-Pierre Jeunet capturara mi atención en los primeros minutos y después, se convirtiera en una de mis películas favoritas.
En mi casa nunca hubieron lentejas. Ni crudas, ni cocidas. A mi querida madre no le gustaban, por lo tanto, estaban prohibidas. Las comía, algunas veces, en casa de mi tía. Deliciosas, pero tremendamente difíciles de controlar con ese calducho turbio y los trozos de embutidos.
El primer recuerdo que tengo de mi enamorándome de las lentejas, aparece algún tiempo después. Quizá tenía 10 años, no lo sé. La mamá de una de mis mejores amigas hizo unas lentejas "duras". Eran algo entre puré de papa y frijoles refritos, pero con un sabor dulzón que me conquistó desde la primera cucharada.
Debut y despedida. Honestamente, no recuerdo haberlas probado nunca más, aunque pudo haber sido que si, pero no guardo el recuerdo. Son ese tipo de cosas a las que no les prestas atención cuando tu máxima preocupación es chupar "a fondo" el platito del Duvalín.
Mientras crecía, el recuerdo del "puré de lentejas" se hizo cada vez menos recurrente. Cuando se me venía a la cabeza cada muchos años, la pregunta sin respuesta de la receta no era algo que me generara demasiada curiosidad hasta hace algunas semanas me desperté con el sabor de ese pinche puré de lentejas en el paladar. Cual si estuviera embarazada, el recuerdo del exquisito sabor de las lentejas dulzonas no me dejaba vivir.
Después de preguntarle a toda mi parentela acerca de la receta sin tener una respuesta, decidí que lo único que podía hacer era cocinarme yo misma el ticket hacia aquel sabor tan de mi infancia. Desde cero. Tratar de materializar ese recuerdo casi insípido en un sabor que yo pudiera desfragmentar y luego, volver a crear en la cocina de mi casa.
¿Qué era lo peor que podía pasar? Perder $20 y media hora de mi vida en el intento.
Resultó que me equivoqué. En realidad, gasté $40 en los ingredientes de la receta y no me llevó media hora de mi vida, si no una hora completa de incertidumbre.
Lo que gané, sin embargo, fueron las lentejas más ricas del mundo. Idénticas a las que probé en mi infancia y mejores, porque las hice yo. Fue una de esas pequeñas victorias con uno mismo que te hacen infinitamente feliz.
No quiero parecer Tita, de "Como Agua Para Chocolate", pero les comparto mi receta. MI RECETA. Es la primera vez que puedo decir que cociné pensando, que me tomé la molestia de abstenerme de revolotear por la cocina cocinando con la nariz solamente y racionalizar todo lo que mi nariz me decía que hiciera, así que espero que aprecien muchísimo lo que están a punto de leer.
"Puré de Lentejitas"
Ingredientes:
2 tazas de lentejas.
2 plátanos machos maduros.
2 papas pequeñas.
4 tazas de agua.
1 diente de ajo.
2 cucharadas de mantequilla.
1 cucharada de jugo de limón.
2 cucharadas (aprox) de sal gruesa.
1 pizca de pimienta.
1. En una olla mediana se ponen a hervir el agua, el diente de ajo, la sal y la pimienta. Se deja hervir durante algunos minutos.
2. Se agregan las dos tazas de lentejas, los plátanos y las papas previamente pelados y cortados en trozos grandes y se dejan hervir durante aproximadamente 10 minutos a fuego medio, o hasta que las lentejas y las papas estén cocidas.
3. De acuerdo a la cantidad de caldo que se tenga, se deja consumir entre 5 y 10 minutos a fuego alto, cuidando que las lentejas no se peguen. Cuando el caldo se haya consumido lo suficiente, se quita la olla del fuego.
4. En una sartén grande a fuego lento se van agregando las lentejas, el plátano y las papas tratando de escurrirlas lo más que se pueda. Una vez que todo el contenido de la olla se encuentra en la sartén, se le sube la llama a fuego medio y se utiliza un machacador para hacer puré e integrar todo lo más homogéneamente que se pueda.
5. Se va moviendo regularmente el puré, buscando consumir el resto de líquido que queda. Una vez que está lo suficientemente sólido, se le agrega el jugo del limón. Luego se acomoda el puré en la mitad de la sartén y se pone a derretir una cucharada de mantequilla en la otra mitad. Se va incorporando poco a poco el puré y se repite lo mismo en la otra mitad del sartén con la otra cucharada de mantequilla.
6. Se mueve el puré de forma envolvente hasta que se consigue una consistencia parecida a la de los frijoles refritos.
P.D. Si alguna hace mis lentejitas, por favor, háganmelo saber. Me haría sentir muy orgullosa.
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