-¿Cuál es tu última clase?
-Sociología, ¿por qué?
-Terminando te espero para que hablemos.
-¿Pasa algo?
-No.
Estuve pegándome en las piernas con el lápiz hasta que escuché sonar el timbre. Mis apuntes hechos en automático, con letra horrenda y yo, sin poner atención. ¿Para qué quería hablar conmigo? Seguro mi mamá había hablado con el. Cabrón, ¿qué le habrá dicho? Esa era el arma de doble filo de ser amiga de un maestro que, además, se llevaba con mi mamá. En plan "es mamá de mi alumna", pues, no eran brothers ni nada... pero aun así, me traía los pelos de punta el "tenemos que hablar" tan serio que me había lanzado antes de que terminara el receso.
Lo conocí en mi primer día de clases, al entrar a preparatoria. Era el maestro encargado de mi salón y por alguna razón se le quedó mi nombre, o mi cara, o mi voz de pito. ¿Quién sabe? Pero me traía entre ceja y ceja, andaba pendiente de si estaba cagando alguna materia o si faltaba a clases como el carajo, lo cual era siempre. Y ya, por afuera de clases, también estuvo pendiente de mi, de las putizas que me pegaba mi mamá por no meterle ganas a la escuela y de lo que fuera que una pendeja quinceañera llegara a necesitar de un adulto en una ciudad donde no tenía familia.
Salí y me estaba esperando sentado en una banca, frente al patio. Me senté al lado de él con cara de regañada, abrazando mi mochila y se burló de mi. Mientras todos los del salían, hicimos como que esperábamos a alguien y entendí el mensaje: discreción.
De pronto, no hubo más ruido dentro y casi no había gente en los pasillos...
-Entonces... ¿qué es lo que pasa?
-¿Qué?
-¿Qué pasa? Algo tienes y a tu mamá no le dices nada. Está que se para de pestañas.
-No entiendo.
-Sí entiendes.
-Está bien, si entiendo.
-¿Entonces?
-Entonces no te puedo decir.
-No tienes que decírmelo, si no quieres, pero tampoco tienes que vivir sola lo que sea que te esté pasando.
Se le nota en la cara lo preocupado. Sepa Dios qué habrá hablado con mi mamá, pero mi mamá debe de estar el doble de preocupada para haber dejado así a mi maestro. Seguro piensa que soy una ebria perdida, o drogadicta, o que ando metida en quién sabe qué carajos.
-No me está "pasando" nada. Soy yo misma la que me estoy pasando y, la verdad, no sé cómo decírtelo.
Me sale más "ladrado" de lo que esperaba.. pero es que ¿por qué siempre a pensar lo peor de mi, chingados? El me sonríe, como intentando calmarme.
-Dispara.
-No.
-Me huele a que ésto no sólo se trata de ti...
-¿Qué?
-Que hay alguien más, ¿o me equivoco?
-No, no te equivocas. Hay alguien, o hubo alguien, no lo sé, es complicado.
-¿Es hombre o mujer?
-¿QUÉ?
Mi catoliquísimo maestro me acaba de preguntar, indirectamente, si está pasando "algo" con "alguien" y dejó abierta la posibilidad de que ése "alguien" sea mujer. Pendejamente, la mocha asustada soy yo y empiezo a preguntarme si eso se lo pregunta a todos o si "se me nota" tanto. Me miro las uñas, por reflejo, pintadas de morado metálico, larguísimas, y me acomodo el listón de la coleta. Si, sigo siendo "niña bien".
Lo veo a él, nerviosamente, sin decir nada. Está más calmado que cuando empezamos a hablar, como si le hubiera "caído el veinte" de algo que no logré comprender hasta muchos años después.
Sabiamente, él se queda callado y desvía la mirada hacia el patio. Me da tiempo para contar hasta mil.
-Es mujer. Se llama Nube.
Se me rompe la voz y me quedo callada. El sigue sin verme, pero me hace un gesto con la mano de seguir hablando.
-Pues ¿qué quieres que te diga?
-¿Qué es lo que pasa?
-Pasan muchas cosas, no lo sé, es la primera vez que, o sea... no sé, chingados, ésto es muy raro: yo diciéndote a ti que estoy enamorada de una niña.
Me voltea a ver y me levanta una ceja por el "chingados".
-¿Estás enamorada de ella?
-Si.
-¿Y...?
Sin plan, ni guión, siento cómo se me cierra la garganta y se me empiezan a escurrir las lágrimas. Me cubro la cara con las manos y empiezo a ahogarme en llanto. Me pone una mano en el hombro y me vuelve a preguntar:
-¿Y...?
-Y es una mierda, y me dejó, y no me quiere, y estoy sola, chingada madre.
No levanté la cara no sé en cuanto tiempo. Lloré como desquiciada ahí mismo, en una banca frente a toda la escuela, después de confesarle a mi maestro que definitivamente, no era heterosexual, después de pretender, sin mucho éxito, que "no pasaba nada" frente a mis compañeritos, frente a mis amigos y frente al mundo.
Cuando pude respirar sin tanta complicación y me sequé las lágrimas, en un acto de yo no sé qué impulso adolescente, levanté la cara altivamente en plan "pero tu no me jodes, después de lo que te dije", con algo de miedo de que éste señor le fuera a decir algo a mi madre, o a los maestros o me fueran a mandar al psicólogo de la escuela. Al fin y al cabo era catoliquísimo y formalísimo y todos los "ísimos" que, según yo, excluían la posibilidad de que fuera a aplaudirme lo que acababa de decir.
Como leyéndome la mente, me soltó el hombro y se hizo para atrás.
-Entonces así está la cosa... Entiendo y comprendo que te sientas así, pero siempre pudiste decírmelo no tenías por qué sentirte sola, además de todo.
-Decírtelo no fue una opción, maestro, creo que tanto tu iglesia como tu escuela no son de las que aplauden lo que acabo de decirte.
-Tienes razón, no lo hacen, pero eso no tiene nada que ver. Para mi ésto es nuevo, también, cuando tenía tu edad eran cosas de las que no se hablaban... no es algo que logre comprender del todo, tienes razón, en mi cabeza, situaciones como éstas no tienen mucho sentido. Pero al fin y al cabo eres una mujer de quince años con el corazón roto y eso es algo que sólo tiene una solución.
-¿Cuál?
-Quiérete. Vívete. Que nadie te arruine la fiesta, señorita, porque la fiesta es tuya. Y si te la pasas llorando por los rincones por alguien que por X o Y decidió no estar contigo, la que se perdió de la fiesta fuiste tu, no ella.
Me llené los pulmones de aire y antes de que pudiera decir nada, me ofreció un ride a mi casa. No dijimos nada al respecto en el camino. Antes de bajarme le di un abrazo.
La fiesta es mía, chingada madre. Y al que no le guste, que se largue.
También me gusta leer lo que piensan de lo que pienso. Comentarios, por favor!
miércoles, 26 de diciembre de 2012
martes, 4 de diciembre de 2012
Like a film that's so bad but I gotta stay till the end, let me tell you now it's lucky for you that we're friends.
De: Goma Rosa
Para: Superman
Con respecto a lo último que me escribió, Superman, sólo
tengo que decirle:
No me bese, no se esfuerce. Yo no lo requiero. Ni hoy, ni
mañana, créame. Para mí, los besos sólo cuentan si son desenfrenados,
de otra manera, me parecen de lo más
desagradables.
¿Quiere saber algo de mí? Me gustan las clavículas y tengo debilidad extrema por los brazos fuertes y las espaldas marcadas. Extrema, le digo, pocas veces puedo decir que no cuando los tengo cerca y me amarran de una forma irracional.
A pesar del altar en el que usted me pone, tan centrada y tan
amante del espíritu,
debe saber y estar consciente de que la mujer
que ha tenido enfrente durante los últimos
tres años también ama el cuerpo y lo superficial, también lo valora y le da
prioridad. Y también ha tomado decisiones sin
tomar en cuenta más que eso.
Es mi debilidad, es mi tropiezo, es mi queridísima porción de superficialidad y me adoro por eso. No me da culpa, ni me decepciona de mi misma. No debería dejar que eso le pase a usted. No se odie, Superman, no es ningún pecado.
Las decisiones que toma y los motivos que la llevan a tomarla, deberían hacerla sentir segura. Existen aspectos que nos inclinan más hacia algo y si así lo está decidiendo, debería sentirse convencida y satisfecha con los resultados.
Si el valor que le da a lo superficial y a lo intrínseco es
equitativo, la vida nos coloca,
por lo tanto, en la posibilidad dialéctica de
concluir que el lugar que ocupo en su larga lista de mujeres, es igual al de cualquier otra que satisfaga sus
"requerimientos" en cuanto a la
parte superficial, que tanto odia necesitar. Incluso por debajo de la media,
ya que ha aceptado soportar lo intrínseco por
lo superficial, pero no lo contrario.
Entonces, Superman, las opciones se le acaban.
De ninguna manera contaría con esfuerzo alguno de mi parte
para cambiar ni siquiera
el largo de mis uñas, ya no digamos la eterna
lista que supongo existe debajo de mi nombre,
si lo anterior es condición estricta para que esté conmigo.
La razón es muy simple y concreta: la inversión de tiempo y
energía necesarios, para
nada valen la pena si al final, a lo más que
aspiro es a encontrarme una relación basada en algo tan débil y volátil como lo es el cuerpo.
Por otro lado, tampoco sería capaz de pedirle clemencia para
que cambie su decisión,
pues rogar ni es mi costumbre, ni considero que
me haría sentir satisfecha con el resultado. Respeto su postura y antes de que me diga lo contrario: no estoy
pidiéndole que cambie.
No sé a quién agradecerle el tener la capacidad de amar ambos
aspectos de mi persona, con locura.
Me conoce, sabe que soy insegura y desconfiada, pero acabo de caer en cuenta de que llegó a tocar lo único que no sacrificaría por una
relación: mi autoestima.
No me puedo imaginar en una relación, después de lograr
cumplir la eterna lista de los
requerimientos que usted supone, sumergida en
ataques de pánico con respecto a lo que espera
o no de mi. Llevando las de perder, por supuesto, imaginando las incalculables posibilidades
de que no logre cumplir el estándar de calidad y usted me abandone.
Imposible, no me perdonaría jamás el provocarme semejante desequilibrio emocional.
Y tampoco se lo perdonaría, definitivamente.
Entonces, desisto. Tal como lo hice antes, por razones ajenas a ésta, pero con el mismo temple y seguridad. Desisto y le pido que ni se sienta culpable, ni se odie.
La decisión no
sólo es suya, sino también mía... lo ha
mencionado varias veces.
Deje de repetírmelo y
comience a aceptarlo.
Si le parece incómodo, créame, no se vuelve a tocar el tema. Sólo quiero que no quede en el aire que lo que me parece injusto no es que no logre cumplir los requerimientos, Superman, si no que utilice el estímulo que puedo brindarle para sentirse plena en lo intrínseco y fusione mi persona con cualquier otra que le llene plenamente la parte superficial.
No estoy dispuesta a consentirlo, por respeto a mí. Yo no considero que mi valor sea el 50% de la persona que alguien quisiera para tener a su lado, si no un ser completo que es capaz de ser feliz y hacer feliz.
Si está cómoda viviendo de esa manera, mi trabajo será respetarle. Siga uniendo piezas para conseguir lo que necesita, no tengo por qué juzgarle. Pero dese cuenta de una vez que lo que tanto odia, no lo odia en mi, si no en usted. Sea sincera, me lo merezco. No le estoy pidiendo que me responda, si no que se lo responda usted misma.
Por último, me gustaría que entendiera que he reflexionado el
concepto "todo o nada" y
la forma en la que lo hemos aplicado hasta el
cansancio en nuestra relación. Hasta ahora logro
entender que mi percepción del "todo" a usted le quedaba chica y que,
por supuesto, no habría por qué
entregarse del todo, si no lo estaba recibiendo de regreso.
Supongo y espero que tendré una respuesta... y por alguna razón, no logro convencerme de que no será inquietante. Pero la aceptaré, cual sea. No hay nada más que desee en ésta vida que lograr un equilibrio y dejar de sentir que seguimos sin resolvernos.
Una vez más, no se odie... yo la amo, tal cual es.
Goma Rosa
lunes, 3 de diciembre de 2012
You are my secrets on the front page every week.
De: Superman
Para: Goma Rosa
Buenos días.
No me atrevo a mandarte a la chingada porque no lo requiero.
Lo que SI requiero es decirte lo que ya sabes y no se vuelve más cómodo para mi cada vez que te lo digo o insinúo.
Quiero seguir siendo tu mejor amiga hasta que deje de serlo. Hasta que logre superar mis prejuicios, hasta que las ganas de besarte sean tantas que duela.
Mientras tanto... aquí voy a estar jodiéndome y extrañándote,
porque no puedo ver más allá de lo superficial y aunque lo hiciera... no
duraría.
Para mi desafortunadamente, viene de la mano: ese sería mi
todo o nada. No deja de ser incomodo. No dejo de odiarme cada que te lo digo.
De verdad, perdón.
Años más tarde, me di cuenta que si duré tanto con mi ex, fue por ti.
Pasé por alto todas sus faltas, carencias y defectos porque me dormía con una sonrisa, porque me despertaba con el corazón lleno.
¿Que injusto no? Por eso siempre pensé que era más tuya que de nadie, porque a ti te di todas mis facetas, te exprese mis inconformidades, mis inquietudes, todo...
Me vestía antes de salir para ti, te preguntaba cómo me veía
por que era para ti, llegaba a un bar 3 horas "a ponerte el cuerno”
físicamente y regresaba contigo a
dormir.
Es una mamada, así fuimos un año entero, por ti no me caí, los momentos que más abajo estuve fue porque no estabas tú. Así ha sido...
No me da orgullo, todo lo contrario. Me da vergüenza reconocer que mis sentimientos hacia ti, los externo físicamente con otras personas. A estas alturas, a 3 años de que todo esto empezó, no puedo más que ser honesta contigo.
Te amo, pero no me sirve si me sigo poniendo restricciones.
Superman
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