Finalmente, mientras el débil aire de las
séis (que hora más inconveniente) me llegaba a la espalda enfriando las pequeñas gotas de sudor, pude despertarme. No se cuánto tiempo llevaba
dormirda, sin embargo me di una idea con la sensación de no haberse movido en mucho tiempo, de estar incrustada contra las almohadas, de tener entumidos brazos y piernas y de que la sábana bajo mi cuerpo parecía estar ardiendo.
Fue incómodo tratar de abrir los ojos, si quiera, tratando de no romper el ritmo denso que tenía mi respiración. Tuve que estar bastante más consiente para sacar las manos de debajo de mi pecho, y para cuando lo pude hacer, apenas registrando mi cuarto en penumbras, mi mente se llenó de imágenes que acababan de estar ahí cinco minutos atrás:
Un cura de aspecto
joven y sin experiencia hablaba a conmigo en mi cuarto a media luz, bastante inseguro de si mismo, intentando que yo cumpliera mi "penitencia": Debía orar 17 veces por mis seres queridos y la gente a la que le había hecho daño.
No tenía idea de como hacerlo, por que me dio la impresión de solo poder repetir carente de sentido, el padre nuestro, así que le pedí ayuda, que el lo hiciera una vez, yo haría las demás. Cuando abrí los ojos, disimulando el sobresalto, el hombre estaba en la puerta de mi cuarto terminando justo de terminar la oración número 17, sin que yo hubiera tenido idea de cómo hacerlo.
El se iba, yo detectaba a alguien más en el cuarto sin espantarme y me daba cuenta que era... yo. Hablaba en voz alta y me respondía. De momento aparecía mi gata y detrás de ella, alrededor de cinco perros pequeños que parecían no ser agresivos. Uno en especial, azul oscuro y peludo, llamó mi atención por parecer un gato.
Parecía haber mucha gente en mi sala, gente que yo no conocía. Yo me envolvía en una toalla al darme cuenta que estaba desnuda, sin embargo no parecía incómoda por salir así, pues la toalla estaba enorme.
Al asomarme por el pasillo, distinguí a alrededor de
seis o siete personas, todos parecían estudiantes dispuestos a hacerlo. Lo primero que se me venía a la mente fue que eran invitados de la
chava que vive conmigo ahora. Me llenaba de furia. "
That's
not gonna happend", susurré.
Envuelta en la enorme toalla verde seco, me
abrí paso entre la gente en mi sala al
oír el timbre. Había un policía moreno y de pelo rizado, de complexión gruesa y vestido en uno de esos clásicos uniformes azules de policía, con
plaquita y todo.
-¿Hay algún problema?
- No, ninguno, todo está aclarado...
- ¿Seguro? ¿Está seguro? - mi voz sonaba extrañamente decepcionada, triste..
En ese momento la toalla se me escapaba de las manos y al instante la tomaba de nuevo,
tratando de acomodarla, repentinamente más pequeña, alrededor de mi cuerpo. Me subía a la camioneta y me iba, sin nada más que las llaves materializadas en mi mano medio segundo antes.
Era casi de noche cuando salí de mi casa, pero al llegar a una enorme plaza el tiempo parecía haber regresado a las
seis: los colores del atardecer llenaban el cielo nublado,
poniéndome nerviosa e incómoda de nuevo. Al bajarme de la camioneta sentí el suelo húmedo bajo mis pies, como si hubiera terminado de llover poco antes. El ambiente estaba húmedo y
olía a tierra mojada. Estaba realmente odiando el cielo en ese momento.
Caminé tratando de cubrirme con la toalla, notando que otra vez había reducido su tamaño. La cerraba con las manos, o al menos eso trataba, pero siempre había una parte fuera de control. Llegué a la entrada de una tienda enorme, era una tienda de dulces, según recuerdo, pero dentro había todo menos eso, como un
super de venta al
mayoreo..
Me paseaba por los pasillos tratando de ignorar el frío en mis pies, tratando de cubrirme con la toalla, tratando de conseguir tener una mano libre para quitarme las lágrimas de los ojos: estaba llorando. No sabía por que, en realidad, parecía que en ese momento estaba fuera de mi mente, pero tenía la impresión de ser por alguien a quien no tenía ni iba a tener.
Salí de esa tienda hacia la otra que estaba
al terminar un pasillo, igual de grande que la anterior. Caminé con dificultad tratando a toda costa de meterme dentro de la toalla que cada vez sentía menor sobre mi piel.
Entraba, y parecía que hubiera entrado a la misma. No podía enfocar los dulces por
ningún lado.. ni siquiera tenía antojo de ellos, ni hambre, ni nada, pero si la necesidad de encontrarlos... aunque cada vez se hacía menor.
Pude ver a lo lejos una cara conocida y esquivé la mirada. Era un hombre al que no logro identificar, pero tenía la sensación de que era amigo de mi familia. Enfrente, pero a muchos metros estaba un adolescente idéntico a el, su hijo, supuse. Intenté irme rápidamente hacia los pasillos y librarme del saludo, pero sin querer lo único que logré
fue interceptarlos y saludarlos con bastante vergüenza.
Caminé hacia los pasillos, encontrándomelos de nuevo algunas pocas veces, tratándome de cubrir con la toalla... ya no lloraba, ahora estaba ansiosa. Ya no tenía mucho sentido para mi estar buscando, pero no quería dejar de hacerlo.
Finalmente me rendí. Salí de la tienda lo más rápido que pude y caminé en dirección a... No lograba recordarlo. El sol me sofocaba, pareciera que el tiempo iba de regreso... a pesar de que el suelo seguía húmedo y lleno de charcos, el cielo ahora pretendía marcar el medio día. Suponía y casi afirmaba que después del largo pasillo estaba la primera tienda a la que había entrado, sin embargo me ponía tensa el pensar que no era así.
Le pregunté a un hombre en traje que pasaba.. era la única persona que parecía existir fuera de la tienda. Me indico con un ademán rápido casi sin dejar de caminar, y comencé a moverme menos ansiosa siguiendo la dirección de su mano, que también era la dirección que había pensado en un principio.
Menos ansiosa, pero igual de tensa que todo el rato. Cada vez era más
difícil mantenerme cubierta. Además la sensación de que algo se me estaba olvidando se volvía insoportable.
Me quedé parada de golpe en medio del pasillo, y un minuto después lo pude recordar. Lo único de lo que me había preocupado hasta ahora era de la toalla.. sin embargo las llaves no estaban en mis manos, las había olvidado, mi mente no registraba dónde. Pude haberlas dejado dentro del carro, o en algún lugar de la primera tienda, cerca de la caja registradora.
Mis hombros y mi espalda se tensaban, estaba muy nerviosa, con ganas de correr y volver a mi casa de una vez. Nuevamente el cielo daba la impresión de las seis, eso definitivamente no ayudaba.
En algún momento, la toalla se soltaba de mis manos, dejándome media desnuda en medio de una plaza... nadie me veía no había gente, pero la sensación no dejaba de ser desagradable. La ansiedad, la tensión, las ganas de correr.. todo se había hecho mayor al sentirme, de pronto, vulnerable.
No tenía las llaves, no tenía dinero, ni ropa, y justo ahora me daba cuenta que no tenía ni idea de dónde estaba. No sabía que hacer. Las lágrimas, para colmo, me hacían
difícil ver más allá de mi nariz.
Finalmente, mientras el débil aire de las
seis (que hora más inconveniente) me llegaba a la espalda enfriando las pequeñas gotas de sudor, pude despertarme.
[¿Qué significa?]